VALLE DE LURÍN: LOS CLAVES DEL CAMBIO DE ZONIFICACIÓN QUE PUEDE ACABAR CON EL ÚLTIMO PULMÓN VERDE DE LIMA

·        * La aprobación del RIZ decidido por la Municipalidad de Lima amenaza a miles de hectáreas de campos agrícolas y a zonas arqueológicas intangibles e históricas.

El pasado martes 23, bajo un sol inclemente, tres ministros de Estado y el alcalde de Lima llegaron hasta el mirador del santuario de Lurín –a treinta minutos de Lima– para llevar a cabo una cita fundamental: una reunión en la que se podía decidir el futuro del último valle verde de la capital.

Cargados de documentos y mapas y acompañados de sus equipos técnicos, los ministros de Vivienda, Ambiente y Cultura comenzaron a exponer sus argumentos de por qué el cambio de zonificación para el valle de Lurín aprobado por la Municipalidad de Lima era lo más parecido a un despropósito.

No hubo tregua alguna. Los tres funcionarios de Estado dejaron en claro, frente a un impávido alcalde Jorge Muñoz, que no permitirían que cerca de 1,700 hectáreas que hoy se usan para actividades agrícolas, recreacionales y esparcimiento pasen a tener usos comerciales y residenciales (incluido el litoral). Su posición resultaba la misma de decenas de organizaciones ambientalistas y ciudadanas que han mostrado su rechazo total a la propuesta.

La reunión en el santuario fue concebida con el propósito de que las propias autoridades observen in situ el impacto que tendría los cambios de zonificación, los cuales están detallados en el ya famoso Reajuste Integral de Zonificación (RIZ) de Lurín.

No había tiempo que perder. La reunión había sido programada con la urgencia debida ya que el documento fue aprobado –entre gallos y medianoche– por la Municipalidad de Lima.

Aquel martes el valle verde lució con todo su esplendor. La vista impresionante hacia el mar, con las islas de Pachacamac al fondo, no hicieron sino gritarles a las autoridades que paisaje de cemento y comercio era inviable.

Al término de la tensa cita, el alcalde Jorge Muñoz dijo que continuarían dialogando con los ministerios hasta llegar a un acuerdo. Por lo pronto el RIZ aprobado no sería publicado.

¿DEFENSORES O ATACANTES?

“Es increíble cómo las autoridades a las que elegimos para que defiendan nuestra ciudad, caso concreto del alcalde y los regidores de la Municipalidad de Lima, terminan siendo los verdugos que decapitan a una urbe de su último pulmón verde”. La voz es del arquitecto Enrique Leguía, uno de los residentes del valle de Lurín, que ha visto cómo este cambio de zonificación ha sido una amenaza latente desde hace varios años.

Pero sería el 11 de marzo pasado cuando la pesadilla se volvería real. Aquel día el Concejo Metropolitano de Lima votó a favor de la aprobación del RIZ de Lurín, el cual fue preparado por el Instituto Metropolitano de Planificación (IMP). Fueron 22 los regidores (la mayoría de Acción Popular) que votaron a favor de esta medida en una sesión donde apenas el tema se “debatió” por unos minutos. El propio alcalde Muñoz no estuvo presente y la sesión quedó a cargo del teniente alcalde, el arquitecto Miguel Romero Sotelo.

Tras la aprobación de esta medida, solo quedaría su publicación; sin embargo, de inmediato diversas instituciones alzaron su voz. ¿Las razones? El RIZ se aprobó sin escuchar las recomendaciones de las entidades especializadas.

Por ejemplo, Vivienda había sido claro en señalar que “en la (nueva) zonificación se podrían estar afectando, en mayor o menor medida, las condiciones ambientales, ecológicas y paisajísticas del valle de Lurín y del Santuario de Pachacamac, con los consecuentes efectos de peligro, vulnerabilidad y riesgo en la zona”. Por otro lado, el Centro Nacional de Estimación, Prevención y Reducción de Riesgo de Desastres (Cenepred) había recalcado que se “cambiaría las condiciones actuales, incrementando de forma considerable la vulnerabilidad de la zona adyacente al litoral, frente al impacto de un sismo y consecuente tsunami”.

Los residentes de Lurín, por su parte, nunca dejaron de deslizar que intereses inmobiliarios estarían detrás de la propuesta.

REACCIONES

Sin embargo, el RIZ nunca recogió estas recomendaciones. Luego de su aprobación otras instituciones como la Defensoría del Pueblo, el Colegio de Arquitectos Regional Lima, el Obispado de Lima Sur, la PUCP se unieron a los ministerios de Vivienda, Cultura y Ambiente para exigir que la decisión sea revertida. Pocas veces una orden municipal lograba un rechazo tan frontal.

A los argumentos ya dados se sumó otro: que la MML debió trabajar este estudio bajo los lineamientos del plan Metropolitano de Desarrollo Urbano 2021-2040 (Planmet) y no hacerlo por separado.

Para colmo de males, Sedapal también se pronunció para señalar que ellos nunca pidieron el cambio de zonificación del valle, dejando así mal parados a los regidores que dieron su voto argumentando que esta era la única forma para que los pobladores puedan acceder al agua potable.

Por lo pronto un grupo de regidores ha presentado una reconsideración de la decisión. Se busca que la propuesta vuelva a comisiones.

Y en un acto sorpresivo, el alcalde Jorge Muñoz informó el jueves que ha propuesto suspender los efectos de la ordenanza aprobada.

El miércoles 31 el Concejo Metropolitano de Lima evaluará dicha postura. Toda Lima estará atenta. El valle se defiende.

VOCES CONTRA EL RIZ

-“Es como si estuviéramos en El Cairo y quisieran construir al costado de las pirámides. Un absurdo”. (Enrique Leguía, arq., urbanista, y residente de Lurín)

-“El paisaje es un recurso económico también. El desarrollo de recursos económicos no pasa solo por construir edificios”. ( Jean Pierre Crusse, arquitecto y urbanista.)

-“Es imposible imaginarse a Machu Pichu sin su contexto urbano. Imagínense construir edificios en sus laderas (…) Asumo una semejanza entre Pachacamac y Machu Picchu”. (Manuel Zubiate, arquitecto)

-“El valle de Lurín regula el clima de Lima Sur, la calidad del aire, el flujo del agua del valle mismo, agua del cual se abastecen las viviendas. Eso se va a perder, el cambio es irreversible”. (Anna Zucchetti, Bióloga, especialista en Desarrollo Sostenible)

-“A mí me ha conmocionado. Se nos transforma nuestro proyecto de vida. Yo aquí me quería jubilar, feliz. Todo esto es trastocado por un sector inmobiliario”. (Liliana Miranda, Arq., urbanista, y residente de Lurín). (PERÚ 21/Pablo Vilcachagua)

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