RELATOS DE MI TIERRA 2023: LA HISTORIA DEL HIMNO DE CAÑETE

Entre los años 1993 y 1995, era don Jorge Brignole Santolalla, el alcalde de Cañete y yo, ocupaba el cargo de Relacionista Público de la municipalidad, por entonces, una idea saltaba en la mente del burgomaestre, quería dejar huella en la “Cuna y Capital del Arte Negro”, frase que hiciera popular don Carlos Sertzen Seminario, quien fue antecesor de Brignole. Esa idea no era más que modificar algunas cosas que permitieran dotarle de mayor identidad a los cañetanos. Por ejemplo, el escudo que mandó a confeccionar por los años ´60, el ex alcalde Emilio Oré Bravo, una reminiscencia del blasón del Márquez de Cañete que lo tenía como símbolo. Se tenía que idear una bandera que sea representativa de San Vicente, en su condición de capital de la provincia y un himno. Ese himno tenía que ser a decir de Jorge Brignole, especial, vigoroso y emotivo. Así debía de ser.

La bandera de Cañete se adopta en base al escudo que Carlos Sertzen Seminario trajo del Marquesado de Cañete, cuando visitó España en visita de hermanamiento con el ayuntamiento de dicho lugar en Cuenca. Tres borlas en la parte central del casco, las ramas laureadas de los lados que lucían como brazos alados, mostrando fuerza y vigor, lazos de casta y en la parte del blasón, la característica real y; la forma de copa extendida que significaba la amplitud y en su interior, para la posteridad “Corazón contento, manos limpias”.

En el año 1994, nace la perspectiva de la identificación de Cañete, existían grupos de arte negro como Ébano y Marfil, “Ñangué” de René Villavicencio, que dirigía Jorge Joya Zegarra y, Cañete Negro de Pedrito Flores Ruíz y “Cenizas” que dirigía César Mijulovich Martínez “Johnny All”. Algunos de éstos , cada que salían llevaban banderas que los identificaba como Cañete con el símbolo del “Negrito” cuya creación, se le atribuye a Octavio Santa Cruz. Sobre esa bandera que en realidad es la de la ciudad de San Vicente, se puso una frase que señala: “La noble y leal ciudad de San Vicente de Cañete” que se divide en tres cuerpos sobre un fondo anaranjado, significando en la parte izquierda los vestigios pre-incas e incas de la zona, a la derecha el mar que rodea sus costas y en la parte baja, una cornucopia con los frutos que abundan en sus tierras. Ya estaba ese escudo del distrito, mientras que la Bandera de Cañete, tenía que llevar un fondo amarillo y sobre él, escudo de la provincia. Todo bien, pero faltaba el himno.

Brignole reunió a un grupo de personas y les pidió opinión, armó unas bases, para la convocatoria a concurso que se debían publicar en el Diario Matices y en los medios radiales que existían en ese tiempo. No habría problema. Algunos entendidos señalaron que la letra debería ceñirse a lo que era el escudo: “historia, aspecto turístico y producción” e incluir al arte negro, siendo que, nuestra provincia era “Cuna y Capital del Arte Negro”. Coincidiendo en estos temas, me pidieron que realice la “convocatoria”. Ésta tenía que tener fecha de presentación, límite de la convocatoria y consignar cada participante un seudónimo y adjuntar en sobre cerrado con la inscripción del seudónimo afuera y, dentro en un papel, el nombre del autor que se sabría una vez que se supiera quien había sido el ganador.

Me dispuse a cumplir la orden. Teníamos el tiempo en contra, se venía la fiesta de Cañete y el tema de su organización y su conocimiento de la gente en el país (antes habían conferencias en Lima, asistían medios nacionales y medio Lima se venía al festival de arte negro, nunca hubo un evento tan grande que concentrara tanta gente, como nuestro Festival).

Tuve que hacer todo. Fui a casa de Juan Torres en Imperial, para que emitiera la convocatoria en el Diario Matices. Igual al Diario La Provincia y también a radios: Imperial de Roberto Pachas, Estrella del Sur del Ing. Francisco “Paco” Coll y radio A1 de Don Andrés Yactayo Padilla. Aparentemente todo bien.

Entre el 93 y el 95, Cañete se había mantenido firme en la consecución de su fortaleza cultural, el arte negro y, se pensaba que había que recuperar espacio en algunos aspectos. La fiesta de Santa Efigenia, se hizo conocida a nivel mundial, impulsada por el gobierno de Brignole y por la insistencia de Sabino Cañas Ángulo, pero aún le faltaba su himno.

Faltando poco para la culminación de la fiesta, el burgomaestre me llamó a su despacho y me preguntó ¿Cómo está la cosa?, ¿cómo va mi himno?, improvisando mis palabras, le dije- alcalde se cumplió con la publicación y Ud. le encargó al Director Municipal, que coordine todo. “Llama a Omar”, fue su respuesta.

Omar Sansgter, Director Municipal llegó al despacho del alcalde, a quien Jorge le preguntó ¿Qué fue de mi himno? Omar lo vio fijamente, volteó a mirarme y sin improvisar respuesta, le dijo a la secretaria general que trajera a la secretaría de su área. Cuando llegó, Omar le dijo ¿Qué fue del Concurso del Himno?, la señorita respondió: “Señor Omar, se han hecho todas las convocatorias y le puedo traer lo que ha llegado: los sobres enviados con las canciones, los cassettes grabados, etc.” OK. Tráiganlos dijo el burgomaestre.

Todo hacía pensar que ya estaba listo. Cañete, después siglos, tendría su himno en virtud a una competencia de autores y músicos. Pero, al momento de traer los sobres, solo había uno: un seudónimo y un cassette, el sobre con el papel del nombre del autor en un papel. Uno solo.

Jorge que había planeado todo para el lanzamiento el 30 de agosto, escuchó el cassette, un canto en la voz de Armando Quinto con la letra de José Hugo Murga Salvatierra. No hubo más que un participante. Ese fue el ganador.

Y, en medio del día central, ante las autoridades de la provincia, un 30 de agosto de 1995, se presentó el himno de Cañete. (Eladio Arturo Quispe Muchotrigo)



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